En medio de la guerra comercial desatada por los aranceles impuestos por EE.UU. después de que el presidente Donald Trump llegara a la Casa Blanca, China continúa moviendo sus fichas en América Latina en busca de la consolidación de mercados en distintos países de la región.
Esta semana toca el turno de Argentina y Chile, dos países con Gobiernos de signos opuestos con los que el gigante asiático quiere fomentar el comercio, los negocios y la inversión.
Así, una delegación china compuesta por una quincena de funcionarios y empresarios de grandes compañías aterrizará esta semana en Argentina con el objetivo de impulsar nuevas inversiones en sectores estratégicos, como la energía, las infraestructuras o el transporte.
La comitiva estará acompañada por representantes del Consejo Chino para la Promoción del Comercio Internacional (CCPIT) y de la Cámara de Comercio Internacional de China (CCOIC) y participará en un encuentro con empresarios argentinos para renovar un acuerdo de cooperación entre ambos países, en vigor desde 2016, según informa TN.
Por la parte argentina participarán empresas como Bagó, Molino Cañuelas, Biosidus, ICBC y Marval, entre otras; mientras que desde la china, estarán presentes compañías como Sinograin Oils Corporation, China CO-OP Cereals and Oils, Power Construction Corporation of China, Hisense, ICBC y Bank of China.
La visita llega apenas unos días después de la del jefe del Comando Sur de EE.UU., Alvey Hosley, y del secretario del Tesoro estadounidense, Scott Bessent. También ocurrirá después de que el Banco Popular de China haya renovado el tramo activo del swap con el Banco Central de Argentina por 5.000 millones de dólares que le permite mejorar sus reservas financieras.
La importancia de China para la economía argentina no es baladí, puesto que es el principal origen de las importaciones argentinas y sus inversiones están detrás de grandes infraestructuras, como las relacionadas con las energías renovables o con la modernización de la red ferroviaria.
El desembarco de la impresionante comitiva china se produce en mitad de la marejada que tiene como protagonista la disputa entre EE.UU. y China abanderada por Trump. En este contexto el presidente argentino, Javier Milei, ha dejado patente su alineación con Washington, si bien necesita el apoyo chino para llevar adelante sus planes económicos.
Además, Argentina se encuentra en el foco de los dos gigantes económicos, sobre todo por sus recursos naturales, pero también por su situación geoestratégica en relación con el comercio mundial.
La otra gran pieza latinoamericana que se mueve en el tablero esta semana es la de Chile. Su presidente, Gabriel Boric, realizará un viaje oficial que le llevará durante una semana a Japón y a China. El trayecto comenzará el viernes 9 de mayo y se prolongará hasta el 15.
En China, Boric participará en la cumbre ministerial entre la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) y el país asiático, donde podría tener otro encuentro bilateral con su homólogo Xi Jinping, tras la reunión que sostuvieron en Lima en noviembre del año pasado en el marco de la APEC (Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico).
La cita estará marcada por los reclamos de Pekín por la interrupción del proyecto astronómico chino en Cerro Ventarrones, así como por el atentado que tuvo lugar en la construcción de la central hidroeléctrica en Rucalhue.
Precisamente en el caso del proyecto astronómico, la decisión de pausarlo del Gobierno chileno llegó tras algunas advertencias diplomáticas de EE.UU., que alertaban de un posible doble uso, científico y militar por parte de China.
El país asiático respondió a través de un comunicado de su Embajada en Chile acusando a EE.UU. de intentar frenar la cooperación entre los dos países y calificando su actitud de ser "una expresión moderna de la Doctrina Monroe".
Al igual que en el caso de Argentina, el peso chino en la economía chilena es fundamental, de hecho, el país asiático ha sido el principal socio comercial de Chile durante los últimos 13 años.Con estos movimientos China pretende ahondar su presencia en mercados estratégicos ante las últimas iniciativas de la Administración Trump que han abierto una guerra comercial entre EE.UU. y el gigante oriental.
La expresión más potente de esa batalla son los aranceles: Washington decretó el 145 % de aranceles para los productos chinos, mientras que Pekín contraatacó estableciendo un impuesto del 125 % a los productos estadounidenses.
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