El Sábado Santo, también conocido Sábado de Silencio y con anterioridad en el rito católico como Sábado de Gloria, es el penúltimo día de la Semana Santa, en donde se guarda luto por la muerte de Cristo.

Es un día de silencio, oración, pensar y reflexión sobre la muerte de Cristo, la presencia de su cuerpo en el sepulcro y su descenso al abismo.
Tradicionalmente en este día no se celebra la eucaristía.
En las iglesias católicas tampoco se tocan campanas y no se da ni administra ningún sacramento con excepción de la Unción de los Enfermos y la Confesión de Pecados.

Es un día en donde no hay muchas tradiciones, un simple luto por la muerte de Cristo, en respeto a él y en conmemoración a la Soledad de María, donde se recuerda el momento en donde ella lleva el cuerpo de Jesús al Sepulcro.
Los Sábados Santos culminan con la celebración de la Vigilia Pascual, una celebración litúrgica que sucede en la víspera del Domingo de Resurrección, ultimo día de la Semana Mayor.

La Vigilia Pascual se divide en cuatro partes: La Bendición de Fuego, que consiste en encender el Cirio Pascual con una llama para avanzar hacia el interior del altar y, mientras el templo se mantiene únicamente iluminado por las velas, se canta el Pregón Pascual, un cantico compuesto alrededor del año 300 que celebra el evento de la resurrección de Cristo.
La Liturgia de la Palabra consiste en la lectura de siete historias del Antiguo Testamento que tratan sobre la redención divina y se revisan los salmos presentes en el Nuevo Testamento, además de diversos himnos.

La Liturgia Bautismal, en donde se bautizan a nuevos cristianos y se renuevan los compromisos bautismales y la Liturgia Eucarística, la cual es la parte central de la Celebración, en donde fieles al comulgar participan directamente de la acción de Jesús glorioso y resucitado.
Texto: Alejandro Galofre / Pasante