En el corazón de la Plaza Baralt, donde la historia de Maracaibo se entrelaza con el bullicio de sus calles, existió un rincón que marcó época: el Bar Olimpo.
En los últimos años de la década de 1920, este emblemático establecimiento fue un punto de encuentro para tertulias, reflexiones y brindis, convirtiéndose en un ágora para propios y visitantes. Así nos ilustra, una vez más, con su conocimiento Maracaibo Vos.
Este lugar era frecuentado especialmente por alemanes. Su fama no solo se cimentaba en la calidad de sus bebidas, sino en el trato distinguido de su propietario, el señor Geramel González, vecino de La Zulianita, otro referente de la época.
Según datos aportados por la citada fuente, El Olimpo tenía un ritual único para anunciar el cierre: en su baño, el recipiente destinado para orinar dictaba el final de la jornada. Cuando se llenaba por completo, la señal era clara: la noche debía concluir, y los parroquianos emprendían su camino a casa.
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